El chavismo se despertó convertido oficialmente en organización terrorista internacional y su aparato de propaganda se puso manos a la obra para rechazar la calificación que le pone la soga al cuello a sus líderes máximos.
En su día también negaron la existencia de una diáspora masiva (nueve millones de venezolanos han huido de sus garras), el encarcelamiento de presos políticos (son 884 en la actualidad, según la organización Foro Penal) y el mayor desfalco de la historia de la Humanidad (600.000 millones de dólares han desaparecido de las arcas del Estado). Nada nuevo.
“Rechazamos de manera categórica, firme y absoluta la nueva y ridícula patraña de Marco Rubio, que designa como organización terrorista al inexistente Cartel de los Soles, reeditando así una infame y vil mentira para justificar una intervención ilegítima e ilegal contra Venezuela bajo el clásico formato estadounidense de cambio de régimen”, pontificó la dictadura en un comunicado.
“Son unos ridículos, se repiten y repiten y por eso van de fracaso en fracaso. Si Marco Rubio quisiera combatir el narcotráfico, debería empezar por Ecuador”, añadió la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez.
Por un lado, el oficialismo, que contó con la ayuda de sus aliados cubanos. Y por el otro, la oposición democrática, que explicó por activa y pasiva que esta decisión permite arrestos internacionales y acciones militares y de inteligencia.
Sólo los cercanos a la muy minoritaria oposición ultramoderada y los colaboracionistas ponen en duda la existencia de un Cartel del que viene hablando en Venezuela desde, al menos, 2007.
En el debate que se ha producido en torno al Cartel de los Soles (CS), el chavismo parte con una ventaja: no se trata del cártel clásico al estilo mexicano, como Sinaloa o Jalisco Nueva Generación, con un gran capo como el Chapo Guzmán.
El CS es una red de redes dentro de un sistema corrupto, conformada por generales chavistas y jerarcas bolivarianos que durante dos décadas han traficado con cocaína amparados en la revolución.
La impunidad es de tal calibre en Venezuela que ampliaron sus negocios a la minería ilegal (el oro del Arco Minero en la Gran Sabana es una de las fuentes de financiación del chavismo) y al contrabando de gasolina.
Su principal socio para traficar la droga hacia EE.UU. y Europa siempre fue la guerrilla colombiana, en principio las FARC y más adelante el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las distintas disidencias de las FARC.
Incluso en las disputas internas entre los guerrilleros por el llamado pasillo hasta el Caribe, el ejército venezolano tomó partido durante los enfrentamientos bélicos en Apure de 2021 y apoyó a los “elenos” y a la disidencia de Segunda Marquetalia.
“No es un grupo jerárquico o ideológico. Su estructura está constituida por una red difusa de células instaladas dentro de las principales ramas castrenses: ejército, marina, fuerza aérea y Guardia Nacional, desde los rangos más bajos a los más altos.
También se han identificado otras ramificaciones del Estado incrustadas dentro del ecosistema criminal, incluyendo a cuerpos policiales, la rama ejecutiva y distintos funcionarios públicos”, aclaró InSight Crime, prestigioso centro de pensamiento que estudia el crimen organizado en el continente.
El nombre de esta mafia (los soles son las insignias que portan los militares en los uniformes para indicar su rango) señala directamente a generales o altos oficiales de la revolución, que son precisamente quienes mantienen a Maduro en el trono del Palacio de Miraflores.
Los más de 2000 generales, más que en toda la OTAN, se reparten buena parte de los millonarios negocios del Estado. No apoyan al chavismo, son la columna vertebral de la revolución bolivariana.
A la cabeza, según Washington, estaría el propio Maduro, por eso se incrementó su recompensa hasta los 50 millones de dólares. En su entorno familiar se han registrado más que sospechas: sus dos famosos narcosobrinos, Efraín Campo y Francisco Flores de Freitas, cayeron en una trampa tendida en 2015 por la DEA en Haití, cuando pretendían transportar 800 kilos de coca a EE.UU.
Trasladados a Nueva York, fueron condenados a 18 años de cárcel, pero lograron la libertad siete años despues en un intercambio de presos con Caracas. Los dos jóvenes llegaron a usar la rampa presidencial en el aeropuerto de Maiquetía para sus narconegocios.
Los nombres que el Departamento de Justicia ha vinculado con el CS son el de Diosdado Cabello, ministro de Interior y número dos de la revolución, acusado directamente por el escolta de Chávez, Leamsy Salazar, de ser el jefe de esta mafia; y el general Vladimir Padrino López, líder principal de los uniformados. La “cabeza” del primero está valorada en 25 millones de dólares y la de Padrino, en 15 millones.
Otros nombres involucrados son los de Maikel Moreno, expresidente del Tribunal Supremo de Justicia; el “Pollo” Hugo Carvajal, jefe de inteligencia y contrainteligencia con Chávez, capturado en España y extraditado a EEUU, donde espera sentencia en las próximas semanas; y el exgeneral Clíver Alcalá, también detenido en EEUU tras un intento de sumarse a fuerzas rebeldes en Colombia.
Fue el antiguo magistrado del TSJ, Eladio Aponte, quien señaló a Alcalá como el zar de las drogas. “En Venezuela no se da puntada si no lo sabe el presidente (Chávez)”, añadió Aponte tras confesar que le forzaron a liberar a un comandante y a su cargamento de cocaína. El narco colombiano Walid Makled también apuntó directamente a Alcalá Cordones, condenado en EE.UU. a 21 años de cárcel.
Otro juez del Supremo, Luis Velázquez Alvaray, denunció hace años, mucho antes de la actual crisis, que el Cartel de los Soles aprovecha a las instalações de Petróleos de Venezuela (PDVSA) para instalar laboratorios de procesamiento de cocaína y para su almacenaje.
El exfiscal Zair Mundaray conoció de primera mano los negocios del Cartel de los Soles durante su etapa como número dos de la Fiscalía.
No tiene ninguna duda sobre su dimensión, segun ha explicado a LA NACIÓN: “Es muy real, ha destruido las bases democráticas y reconfigurado el poder en Venezuela. El CS es la mayor amenaza a la estabilidad regional.”
Daniel Lozano
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