El turismo ha dejado de ser solo una fuente vital de trabajo y cultura en Washington DC; hoy simboliza el pulso de la ciudad. La federalización impuesta por el presidente Trump ha convertido a la capital no solo en tema nacional, sino en destino de selfies con la Guardia Nacional para miles de visitantes curiosos, mientras los residentes comparten mensajes de resistencia y frustración. Bajo este contraste, la crisis turística se vuelve aún más evidente: menos visitantes internacionales, hoteles y restaurantes medio vacíos y cancelaciones de eventos.
Axios asegura que el declive comenzó antes de que apareciera la Guardia Nacional en las calles. Tourism Economics pronostica una caída del 5.1% en el turismo global para 2025, mientras que la ocupación hotelera descendió un 5% durante World Pride. El evento, que debía atraer 3 millones de asistentes, apenas logró 1.2 millones, generando $310.7 millones en lugar de los $787 millones proyectados.
Pero la situación se complica cuando las tropas federales toman posición en el National Mall y Union Station. Canden Arciniega, directora de operaciones de Tours By Foot, observa el cambio inmediato: «Ha habido una caída notable desde que apareció la Guardia Nacional. Así que, en cuanto al momento, podría ser uno de los principales factores».
Los números no mienten. El flujo peatonal se desplomó un 7% promedio la semana del despliegue federal, según datos de pass_by. Las reservas en restaurantes sufrieron una caída aún más pronunciada. Tourism Economics confirmó que los visitantes internacionales, quienes típicamente gastan más y permanecen más tiempo, disminuirán aproximadamente un 5% este año.
Elliott Ferguson, CEO de Destination DC, expresó a The Washington Post su frustración con las imágenes que proyecta la Casa Blanca. Ferguson reconoce que eventos anteriores afectaron la percepción pública —los ataques del 11-S, el ántrax, los tiroteos del francotirador en 2002, los cierres gubernamentales y la insurrección del 6 de enero— pero la retórica actual añade un elemento diferente y más persistente.
La industria turística ya enfrentaba desafíos antes del despliegue militar. El clima oscilaba entre calor extremo y lluvias torrenciales. Los despidos federales generalizados redujeron el flujo de visitantes habituales. La economía débil limitó los gastos discrecionales de los turistas domésticos.
Sin embargo, la situación presenta paradojas interesantes. Las estadísticas oficiales muestran que el crimen violento se encuentra en mínimos de 30 años, pero el temor a cuestiones de seguridad persiste. En 2024, la ciudad recibió 27.2 millones de visitantes, 2.1 millones más que en 2019, con un gastó récord de $11.4 mil millones.
Los residentes y turistas muestran reacciones mixtas ante la presencia militar visible. Algunos se sienten más seguros, mientras otros experimentan inquietud. Los negocios dependientes del turismo ven caer sus ingresos, enfrentan cancelaciones de eventos a gran escala y retrasos en desarrollos hoteleros debido a la baja demanda.
La capital se prepara para enfrentar desafíos continuos hasta 2026, mientras navega entre la incertidumbre política y la alteración de su economía turística. No obstante, las celebraciones del 250 aniversario de Estados Unidos promete ofrecer un respiro potencial para la industria.
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