Bolivia avanza hacia una salida pacífica y democrática de la crisis económica y política

Pedro Benítez (ALN).- Bolivia llevó a cabo ayer unas elecciones ejemplares, con el candidato derrotado reconociendo los resultados electorales y felicitando al ganador, quien a su vez invocó la unión nacional. Esto es muy distinto a la conflictiva elección de 2019, donde Evo Morales intentó reelegirse una vez más, lo que desató la inestabilidad en el país. Se puede decir que el presidente electo ha comenzado con buen pie, al menos desde una perspectiva institucional.

Sin embargo, lo que enfrenta Rodrigo Paz no será fácil. La mayoría de los electores bolivianos rechazaron el clásico ajuste económico que propuso abiertamente su competidor en segunda vuelta, Jorge “Tuto” Quiroga, pero eso es lo que inevitablemente se avecina para Bolivia.

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Desde hace años, el país se encuentra atrapado en la trampa del subsidio (suicida) a los combustibles. Esa fue una de las banderas más populares con las que Morales y el MAS llegaron al poder hace 20 años, argumentando que, como el país era rico en hidrocarburos, el Estado debía garantizarle a la población el derecho a recibir diésel y gasolina a precios preferenciales.

El problema ha sido que esos productos refinados tienen que ser importados, lo que ha generado importantes pérdidas para la estatal YPFB (Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos).

Correr la arruga

A medida que la producción y exportación de gas, principal fuente de divisas, ha ido disminuyendo por falta de inversión, las finanzas públicas se han ido estrangulando.

En 2023, el monto de las pérdidas económicas del subsidio fue de 2 mil millones de dólares, representando un tercio del déficit fiscal y casi el mismo monto que el presupuesto nacional en educación o salud.

Morales y su entonces ministro Luis Arce eran conscientes del problema, pero cuando intentaron corregirlo en 2010, aumentando el precio de los carburantes, se desató una ola de protestas por parte de sindicatos, gremios de transporte y organizaciones campesinas que paralizaron el país durante cuatro días. Ante la presión social, retrocedieron y desde entonces se ha ido corriendo la arruga.

El voluble favor popular

Paralizado políticamente por el amargo enfrentamiento con Evo Morales y ante la creciente escasez de dólares, al presidente saliente Luis Arce no le quedó más remedio que imponer, en la práctica, un racionamiento en la distribución de combustibles que, desde 2024, ha alterado las cadenas de suministro y la vida cotidiana del país, provocando, a su vez, desabastecimiento de alimentos y recesión.

EFE.

Las filas de varios kilómetros de camiones, buses y vehículos particulares haciendo cola durante uno o dos días ante las estaciones de servicio se han vuelto parte de la vida cotidiana.

Ese cuadro, más que cualquier otro factor, ha sido crucial en la debacle electoral del MAS, a cuyos gobiernos la mayoría de los electores responsabiliza de la situación. Así de voluble es el favor popular y la historia da sus giros.

Otra medida impopular que tomó Arce, para mitigar la caída en las reservas internacionales, fue imponer desde 2023 un “corralito” a la compra de dólares por parte del público. Los bolivianos no pueden retirar libremente sus ahorros en dólares ni acceder completamente al mercado cambiario. El dólar oficial fijado a 6,91 es una ficción, así que la gente recurre al mercado negro, donde se adquiere a más del doble. Cualquier similitud con situaciones parecidas es pura casualidad.

¿Cómo sale Bolivia de esa trampa?

Si Tuto Quiroga fue claro y directo al respecto, Rodrigo Paz fue más ambiguo y, dado que se impuso, más astuto y efectivo en esta elección. No ofreció hacer lo que seguramente sabe que tendrá que hacer, y hasta se comprometió a no recurrir a los organismos internacionales como el FMI. Eso ya lo hemos oído antes.

También prometió regularizar rápidamente el suministro de combustible. Sin embargo, una señal del giro que está dando Bolivia se recoge en una de sus consignas de campaña: “Capitalismo para todos”.

Sea lo que sea que tenga en mente, necesitará alianzas en el Parlamento para asegurar la gobernabilidad. Su partido solo cuenta con 16 de 36 senadores y 49 de 130 diputados.

Una primera impresión nos indica (aunque esto se tendrá que estudiar con más detenimiento) que Rodrigo Paz ganó porque la mayoría de los electores que apoyaron al MAS durante dos décadas preferían su ambigua moderación al duro discurso de Quiroga, que les sonó más a venganza. Eso podría ser una ventaja y una desventaja al mismo tiempo, porque hacer campaña electoral es una cosa y gobernar es otra muy distinta.

Otra papa caliente en Bolivia

Como si no tuviera suficientes problemas, otra papa caliente que deberá manejar será la situación política y judicial del expresidente Evo Morales, quien, con un capital político importante, aunque disminuido, sigue siendo un factor de perturbación nada despreciable.

EFE.

Paz tiene que enfrentar en lo inmediato cuatro demonios: el desabastecimiento de combustible (que tiene al país parcialmente paralizado), el alza constante de la inflación, el descontrol del dólar paralelo y la recesión. Solo en la primera hora de este lunes, la divisa norteamericana volvió a subir, rompiendo otro techo y superando los 15 bolivianos.

El nuevo gobierno asumirá el próximo 8 de noviembre, y todo indica que estas tres semanas serán, desde la perspectiva económica, de infarto.

Curiosamente, su situación se asemeja en algo a las dramáticas circunstancias en las que su tío abuelo, el histórico Víctor Paz Estenssoro, encaró su cuarta presidencia en medio de la hiperinflación en 1985, donde desmontó lo que él mismo había hecho desde 1952. Salvando las distancias, a Rodrigo Paz le tocará desmontar el modelo que instauró Evo Morales hace dos décadas. Necesitará toda la habilidad y suerte que siempre acompañaron a aquel viejo zorro de la política latinoamericana.

@PedroBenitezF.

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