Sobre la respuesta social luego de las presidenciales, el sociólogo Trino Márquez resalta el carácter espontáneo y la perdida del miedo. Subraya que la gente protesta porque se siente «ultrajada» tras manifestar su voluntad. De su lado, el historiador Pedro Benítez sostiene que «la base social del chavismo se terminó de quebrar el 28 de julio»
La seguidilla de hechos tras las elecciones presidenciales del 28 de julio conllevan varias miradas, entre ellas la social.
Las calles de Caracas y de las regiones han sido testigo de la presencia de venezolanos que se volcaron a protestar contra los resultados comiciales anunciados por el CNE, según los cuales el gobernante Nicolás Maduro fue reelecto para un tercer período, y que siguen manifestando pese a las denuncias sobre la creciente represión que ha dejado un saldo de al menos 19 fallecidos y más de mil detenidos, en apenas cinco días.
El viernes 2 de agosto, en rueda de prensa con medios internacionales, Maduro volvió a denunciar que las protestas son activadas por sectores de la extrema derecha para atentar contra la paz del país.
Señaló que en el contexto de las manifestaciones, hay “un conjunto de transeúntes fallecidos”, “gente que estaba llegando a su casa y fue atacada”. El mandatario también indicó: “Tenemos dos soldados asesinados vilmente con saña y un oficial general, un teniente Coronel herido, 21 tropas profesionales militares con heridas, 120 funcionarios de la PNB heridos de distinta gravedad”.
Maduro además alertó que la oposición es capaz de atentar contra su propia gente.
El sociólogo Trino Márquez indica a TalCual que la reacción social se ha generado de forma espontánea, de la misma manera como fueron los recibimientos durante las giras políticas de la líder María Corina Machado y en los lugares donde fue el aspirante presidencial de la Plataforma Unitaria, Edmundo González Urrutia, antes de los recientes comicios.
«La prueba de que es espontáneo y de que no hay ningún partido ni organización por detrás es que no es sostenido. Quien haya militado en un partido sabe lo que son las líneas de los partidos, los núcleos de base y las organizaciones de base partidista y esto no tiene nada que ver con eso. Este es un movimiento en las calles, ni siquiera se ven banderas ni bloques ni piquetes de los partidos políticos como había en el pasado», señala Márquez.
El investigador añade que la gente ha dado una respuesta a lo que considera ha sido el robo de su voluntad popular a través del sufragio: «Una respuesta de la gente que se siente humillada, ultrajada».
Asimismo, el sociólogo destaca que ha resultado evidente que el proyecto populista que inauguró el expresidente Hugo Chávez concluyó.
«Ese proyecto estuvo basado en la renta petrolera, en los tres millones de barriles que producía el país y en el precio del barril de petróleo a 95, 100, 110 dólares. Ese proyecto tenía que sostenerse sobre la base de dos cosas, de una producción muy alta de petróleo y unos precios muy altos, los precios cayeron y se han ido recuperando, pero la producción se derrumbó. Y además la corrupción que hay en torno al sector petrolero y el salario mínimo es miserable, esa lealtad que tenía la gente más humilde con Hugo Chávez que les daba dinero, eso no se puede mantener», refiere Márquez.
El investigador Márquez enfatiza que la calidad de vida ha disminuido y la gente apenas puede cubrir necesidades vitales.
«Ese vínculo que unía a la gente con Hugo Chávez y, al principio, con Nicolás Maduro se rompió porque ya no es posible mantener un nivel de vida que eleve la calidad de vida de la gente», subraya el sociólogo.
Identifica una actitud más valiente de la población venezolana y señala que, especialmente en el sector más joven, en el grupo etario de menos de 35 años el porvenir es visto con más incertidumbre.
«A esa gente, sobre todo en el interior del país, la vida se le puso demasiado dura y, por lo tanto, esa gente tiende a perder el miedo porque la opción es irse del país por el Darién o irse caminando hacia Colombia y de allí arrancar hacia el sur o quedarse aquí y enfrentar al gobierno. Frente a esas opciones tan dramáticas opta, en muchos casos, por pelear, luchar», apunta Márquez.
Insiste en que el proyecto chavista ya no es populista en el sentido que lo fue.
El historiador y columnista Pedro Benítez asevera que dentro de las protestas y la reacción social llama la atención la presencia de muchachos menores de edad.
«La pregunta es: ¿Todos esos muchachos son fascistas?, obviamente que no. Y si lo son, crecieron en la Venezuela chavista y son producto de eso. No son estudiantes universitarios, no es la clase media, estas no son las guarimbas desde 2014. Esta composición social es otra, es un reflejo de lo que estamos viendo en los resultados de los centros de votación», dice.
Benítez subraya que «la base social del chavismo, de gente que creyó en Chávez, se terminó de quebrar el 28 de julio. Los que ellos están metiendo presos y están exhibiendo son hijos de votantes del chavismo».
El historiador señala que, desde hace tiempo, tiene la tesis de que tanto Chávez como Maduro propiciaron una contrarrevolución.
«No creo que con el chavismo sea una revolución en el sentido clásico del siglo XX, pero sí trataron de crear, de modificar las estructuras sociales económicas del país, evidentemente no lo lograron. Todo su fracaso ha sido en nombre del socialismo, entonces lo natural es que se dé la ley del péndulo: La gente, entonces, se ha movido al otro extremo», puntualiza Pedro Benítez.
Por otra parte, indica que en las protestas después de las presidenciales se ha puesto de manifiesto que la crisis cotidiana de las regiones, llegó a Caracas.
«Ahora sabemos que ese malestar también está en los barrios de Caracas, en Petare, en Catia, en el suroeste. El chavismo gobernante ha terminado haciendo víctimas a todos aquellos que prometieron redimir», subraya. Benítez expresa que la revolución empoderó al pueblo y eso se le revirtió.
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