El gobierno venezolano ha decidido judicializar y silenciar antes de enero de 2025 al aspirante presidencial opositor Edmundo González Urrutia para afianzar su “estrategia de miedo” y “dejar atrás” las dudas sobre la reelección de Nicolás Maduro, advierten los expertos.
La Constitución de Venezuela contempla el 10 de enero como la fecha de juramentación de un gobernante para un próximo período de 6 años. Un mes después de la elección y faltando 4 meses para la asunción al poder, el oficialismo mueve fichas para acusar penalmente a quien la oposición identifica como presidente electo del país.
Un juez competente en asuntos de terrorismo y corrupción autorizó el lunes una orden de captura contra González Urrutia por presunta usurpación de funciones, conspiración e instigación a desobediencia de leyes, entre otros delitos, como parte de una investigación sobre la publicación de las actas de la votación de julio.
El aspirante a la presidencia, de 75 años y a quien no se ha visto en público desde hace poco más de 1 mes, ha descartado asilarse. El chavismo busca judicializarlo al ser la figura de la oposición que encarna el resultado electoral del 28 de julio, opina el politólogo Doriam González.
A su juicio, González Urrutia es la principal “amenaza” para la permanencia en el poder a partir del 10 de enero de 2025 de la coalición gobernante, que busca quizás no encarcelarlo, debido a su edad y a los efectos dentro y fuera de Venezuela, pero sí exiliarlo o acallarlo.
“Toda esta intención tiene como primer objetivo buscar la salida de Edmundo González Urrutia del país”, comenta el especialista, quien ve posible un decreto de casa por cárcel para impedirle hablar de política.
“Se ha hecho en otras latitudes. No pienso que lo vayan a encarcelar, sino un régimen alternativo donde no pueda expresarse ante la opinión pública”, apunta en conversación con la Voz de América.
La amenaza de cárcel contra González Urrutia es “un hecho inédito” y augurar lo que ocurrirá es tarea difícil, resalta el politólogo Leandro Rodríguez Linárez, por su parte.
A la luz de los cientos de arrestos de dirigentes, activistas y manifestantes opositores desde el 28 de julio, sí ve posible un encarcelamiento del excandidato, que sería contraproducente en lo económico, social y político, advierte.
El politólogo Piero Trepiccione estima, por su lado, que el gobierno hace anuncios “tácticos” de sus movimientos políticos, como la amenaza contra el exembajador, para medir la reacción interna y externa antes de actuar.
La orden de aprehensión forma parte del “juego” oficialista de transpolar su problema político de no publicar resultados desglosados de la votación a “otras temáticas”, como la represión y la detención de cientos de opositores.
“Se trata de todo lo que se pueda hacer para distraer la atención del 28 de julio y dejarlo atrás. Esa estrategia comenzó el propio 29 de julio y busca la desmotivación y desmovilización” de la coalición opositora, dice.
Maduro dijo el lunes que González Urrutia «pretende estar por encima de las leyes» y lo acusó de «desconocer» las instituciones, llamándolo «cobarde».
Walter Molina Galdi, politólogo venezolano que reside en Argentina, también cree capaz al gobierno de Maduro de encarcelar al representante opositor en la boleta electoral y a la dirigente María Corina Machado, considerada figura clave del antichavismo actual.
Considera, sin embargo, que el chavismo busca forzarlo al exilio.
“Estamos ante un régimen que decidió profundizar su terrorismo de Estado. Esto forma parte de su estrategia de miedo. A ellos les conviene más que González Urrutia se vaya del país, forzarlo al exilio. Eso es lo que intentan ahora mismo”, señala a la VOA.
La permanencia de Machado y González Urrutia en el país “ya es una presión” para el gobierno venezolano, asegura. Si bien las movilizaciones de calle han sido “pisoteadas” por la represión, el descontento popular y el deseo de cambio “siguen intactos”, valora.
Los expertos consultados también coinciden en que la amenaza de encarcelamiento contra González Urrutia engrosa el expediente de posibles delitos de lesa humanidad de la Corte Penal Internacional, que también recoge la detención de un centenar de adolescentes.
Rodríguez Linárez, por su parte, concluye que la orden de captura ha dejado “demolida” la imagen de Maduro ante la comunidad internacional, especialmente en América y Europa, y la propia Corte Penal.
“Está por el piso, mucho peor que antes” de la elección, remarca.
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