En medio de la paranoia que se vive en Brasil por los prejuicios que la estatal Petrobras ha sufrido en Bolivia, surge un nuevo dato que pesará, a futuro, en las relaciones entre los gobiernos de Venezuela y Brasil. Se trata del plan boliviano de industrialización del gas natural, catalogado por el diario O Estado de Sao Paulo como «un nuevo golpe contra Petrobras». El plan contempla que Pdvsa y la estatal boliviana YPFB comiencen en pocos días la construcción de una unidad procesadora para retirar etano del gas natural; el etano es un insumo crucial para la producción de polietileno y por ende de plásticos. El problema es que Braskem -subsidiaria de Odebrecht- ya había arreglado con Petrobras quedarse con el etano del gas que se envía de Bolivia a Brasil, para abrir una planta polietileno en Mato Grosso del Sur, en la frontera con Bolivia. Braskem es la mayor productora latinoamericana de polietileno, con más de 800 mil toneladas anuales. Según analistas, si el etano se queda en Bolivia para la planta que proyectan Pdvsa e YPFB, el proyecto de los brasileños es inviable. Para que Bolivia pueda retener el etano del gas, antes de exportarlo a Brasil, tendría que renegociar el contrato con Petrobras; tal y como han ido las cosas hasta ahora, ¿alguien cree que Evo Morales cederá ante sus vecinos?
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