Luis y Rubén Velázquez, un par de campesinos paisas, como ellos gustan llamarse, hicieron en Nueva York, en Queens, un gran negocio de importación y distribución basado en los productos más queridos de los colombianos, desde hace 36 años.
La gastronomía de la nostalgia llevada desde Colombia en forma rosquillas, papas fritas, besitos, platanitos, supercocos y hasta molinos Corona, entre los 300 o 400 productos colombianos que importan y otros tantos del resto del mundo, tienen ahora aranceles de 10 % impuestos por el presidente Donald Trump. Pero eso no parece importarles a esos paisas “echados pa´lante”. Rubén, 61 años, que es el que dirige el negocio, lo tiene muy claro “yo no le voy a prestar atendión porque esto es para todo el mundo”. En 38 años de trabajo ha visto muchas veces situaciones como estas y dice “cambias o te cambian” y siempre se adelanta a lo que viene. Tres pasos antes de la ola.
Ahora está en Colombia mandando siete contenedores con harina para buñuelos que va a procesar en mezclas para vender en cajas de 340 gramos o en bultos, en su nueva bodega de producción, cerca de la cafetería y panadería de la gran puerta roja con letrero Seba Seba. Allí empezaron con un producto que desde 1987 había salido al mercado y vendía El Éxito, El Cafetero y el Mercado Madrid en Medellín, era el bizcochuelo con ese nombre que su abuela había pasado a sus hermanas Gilma Cecilia y Olga Lucía. Que no se pudo comercializar allí por desavenencias familiares.
Pero el mundo se abrió con la llegada de contendores a Nueva York desde Colombia, con productos que los Velásquez adquirían recién llegados, pero a precios altos. La estrategia, entonces, fue llevarlos directamente para ganar en competitividad. Seis años después de empezar estaba la panadería, y “de todo un poquito”. Dinas Corp., importadora y distribuidora había nacido el 18 de julio de 1994.
La Niña de Pereira, empresa de Productora Nacional de Alimentos (Pronal) fue la primera en enviar los contenedores a Nueva York con sus snacks que en Colombia surtían las loncheras y las “onces”. Antes de que en enero del 2023 lo comprara Comestibles Ricos, dueño de marcas como Super Ricas o el tradicional Todo Rico, que el año pasado vendió alrededor de 20 millones de paquetes de snacks por mes.
Los proveedores llegaron al principio, como Felipe Henao, gerente general de Supercoco que produce 2 mllones de dulcecitos al día en Manizales, la panela Cañamelao de Juan Manuel Durán del Trapiche Lucerna, de la misma familia que creó la ganadería Lucerna. Julio Montoya les mandó los implementos de cocina preferidos de las amas de casa, productos del entonces Landers, como las ollas a presión Universal, Incametal y Corona, la del famoso molino que funciona desde las abuelas, fundada en 1951 y hoy propiedad de Tahflur Partners, un grupo económico de Estados Unidos y Argentina, cuyo CEO es Alexis Tahta.
Fiorella Peros le vende a Dinas los condimentos El Rey que crearon sus abuelos Rafael Baños Fernández y Olga Cardozo en 1940 en Bogotá, el bocadillo de guayaba es de Gustar S.A. la fábrica de la Estrella en Antioquia fundada en 1992 y que tiene a Don José, ellos lo llaman Castepilón. Las tortas tienen marca propia, Castipan, también hay natilla y buñuelos, yuca que importan en dos tipos desde Brasil y Tailandia.
El chocolate es de Luker, y el café la Federación de Cafeteros. Dicen que durante cuatro años tuvieron que insistir para que la FNC les dejaran vender alguna de sus marcas, debido a las restricciones de la política de comercialización de la federación. Pero lo lograron y ahora ofrecen un café liofilizado.
Dinas para colombianos, latinos y gringos
De las pequeñas compras del principio para vender a los colombianos, han pasado a importar 50 contenedores propios por año, abastecen a 700 supermercados como CTown, Bravo, NSA, Associated Supermarkets, Key Food, y Trade Fair. Atienden 1.600 clientes directos y 40 subdistribuidores que los comercializan en 21 estados incluido Canadá. Venden USD 25 millones anuales, que en pesos colombianos estarán rondado el puesto 2.600 entre las 10.000 de la Supersociedades en 2024.
Parte del éxito fue no encasillarse en solo el consumidor colombiano. Los productos se comercializaron con buena acogida entre los latinos y el paso siguiente fue adecuar empaques y sabores al gusto de los gringos. Así ampliaron el universo de clientes manteniendo siempre la oferta de productos colombianos que están en el corazón de los inmigrantes.
El conocimiento del mercado, la adaptación e innovación han sido clave. Rubén dice que la idea es estar siempre tres pasos más adelante, manteniendo siempre honestidad y el cumplimiento a clientes y proveedores. Eso ha valido para que la administración de Nueva York les haya apoyado con incentivos como descuentos tributarios y acceso al crédito. La generación de empleo ha sido un punto a favor, porque Dinas incluye 60 empleos directos. Sus dos inmuebles, uno de ellos 10.000 metros cuadrados, fueron adquiridos mediante leasing.
A esta hora Rubén está poniendo todo el entusiasmo en adaptarse a las nuevas condiciones. De Colombia piensa llevar elementos para aumentar la oferta de productos. Hacia finales de año le estará en funcionamiento un horno que compró en Medellín y llegarán en tres meses, y tiene trabajadores en una línea de producción que realiza las mezclas para empanadas, buñuelos, y arepas. Dinas también ofrece pupa de fruta congelada, palitos de queso y guayaba, pandebono, buñuelos, con su marca Castipan.
Ahora está con los ojos abiertos a lo que viene. Porque la idea no es sentarse a esperar sino adelantarse para reaccionar al mercado. Lo importante, dice, es hacer que las cosas pasen. Porque para ellos la clave está en el eslogan que llevó a la Presidencia a un carismático político nacido en Amagá, demostrar que “si se puede”.
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