En 1992 se acuñó una frase que se convirtió en el leitmotiv de la campaña presidencial de Bill Clinton: “es la economía, estúpido”. La expresión no estaba dirigida al público, aunque se hizo famosa porque hacía referencia a algo evidente: la necesidad de priorizar los asuntos económicos sobre otras cuestiones del Gobierno de los Estados Unidos de América. Mutatis mutandis, en la Venezuela de hoy hay que decir algo similar respecto a otra urgencia: el problema es Maduro, estúpido; y lo verdaderamente estúpido es olvidarlo.
Desde hace semanas, parte del debate político se ha desviado hacia lo accesorio. En lugar de centrarnos en denunciar el fraude anunciado para el 25 de mayo, algunos tienen la agenda de convertir esa elección ilegítima en una oportunidad para dividir a la oposición y otorgar un barniz democrático a la dictadura. Como si realmente fuera posible votar libremente bajo censura, con inhabilitaciones, presos políticos, medios silenciados y una sociedad perseguida; como si en esas condiciones pudiera votarse para elegir.
Los que llaman a participar del 25 de mayo están empeñados en convertir en adversario al liderazgo que llevó al pueblo de Venezuela al triunfo del 28 de julio de 2024. Pierden de vista que el adversario es Nicolás Maduro. Y, ¿por qué ocurre este fenómeno? Porque muchos de ellos -no me refiero aquí a dirigentes regionales y municipales que honestamente creen en la participación- han perdido calidad democrática. Maduro los agrupa bajo su ala en diversas categorías de auxiliares de dictadores: maduristas, alacranes, neoalacranes y todo un tinglado que opera con el objetivo común de debilitar a la verdadera alternativa democrática simbolizada por Edmundo González Urrutia, María Corina Machado y la Plataforma Unitaria Democrática. Cualquier estrategia que no parta de esa verdad elemental solo sirve para distraer, fragmentar y diluir la causa de la libertad. Por eso, no debemos caer en su juego. Y para ello es importante distinguir el trigo de la cizaña: quién fue demócrata y quién ya no lo es.
La responsabilidad de los opositores reales es enfrentar con claridad y con más unidad el pseudo evento electoral del 25 de mayo. Porque, yendo más a fondo, la pretensión de esta operación del régimen es producir resignación en el alma criolla para normalizar al país en una suerte de amnesia colectiva que deje en el olvido la victoria del 28 de julio de 2024.
En este sentido, puedo decir con orgullo que el pasado 25 de febrero, el Comité Político Nacional de Primero Justicia (máximo órgano de conducción del partido) decidió claramente que los justicieros no participaremos bajo ninguna modalidad o forma de lo convocado para el 25 de mayo. Pero, además, nos satisface que nuestra decisión no sea aislada. Es también la posición de Edmundo González, de María Corina Machado y de la Plataforma Unitaria Democrática. Es la postura de una conducción política que no se rinde e interpreta el sentir de los venezolanos que claman por un cambio real y no por simulacros. Los militantes de Primero Justicia que se inscribieron como candidatos o hagan proselitismo activo por el 25 de mayo se fueron de nuestra organización. Se fueron.
Recordémoslo una vez más: el problema es Maduro y lo estúpido es olvidarlo.
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
La iniciativa ciudadana, liderada por Néstor Marroquín, denuncia la falta de legitimidad en la elección…
Contadas personas le hablan al oído al presidente Gustavo Petro. Casi ninguna incide en su…
Los estudiantes de medicina de la universidad caleña fortalecen sus habilidades académicas con simulaciones y…
De acuerdo a esos audios, Andrés Arauz, secretario de RC5, les explica a los consejeros…
Previsualizar en nueva pestañaAlicia Álamo Bartolomé acaba de cumplir 99 años y se mantiene como…
La directora Amelia Pérez estuvo al frente de una subasta en donde los participantes se…